Museo Provincial de Arte Contemporáneo. MPAC Mar del Plata. Participante


El hombre contemporáneo se regocija en su afán por perpetuar el presente mediante una constante productividad, haciendo que la conciencia busque desesperadamente un descanso. Es en este descanso cuando el entretenimiento se proclama baluarte incondicional del arte contemporáneo, efervescente de un goce estético que nos empuja a coartar el pasado y olvidar el futuro.

Inconscientes de ello, asimilamos que el arte ya no se encarga de reproducir la vida, sino que es la vida quien imita al arte (en un juego perverso donde cada una de nuestras acciones debe estar justificada por algún medio de difusión, o parecerse a los actos del personaje mediático de turno).
Esta virtud irónicamente prostituida elogia la legitimación de la obra, devolviéndola a un cualunque y desmitificado autor espectador.
Así es testimonio.

Entonces, el lugar de reparo para la producción contemporánea se apropia de esta volatilidad, olvidando los precedentes en evidencia del ahora continuo y solventando una arquitectura que pretende ser testimonio de lo inevitable.

Si el sentido de esta memoria reside en completar lo que con los ojos no se ve, argumentamos nuestro manifiesto mediante dos ideas concretas:

Periscopios

Realidad ya no es realidad en tanto vemos y tocamos, sino que se presenta ante nosotros como instrucciones de una pantalla[1]: sentir y actuar sintomáticamente ante el medio, que nos reluce cada nuevo conocimiento hasta la llegada de uno más reluciente y más nuevo.
A partir de esto, la espacialidad mesiánica de la modernidad pierde total coherencia con la evidencia de nuestro presente, tergiversándose hacia una espacialidad perceptual, aún con la posibilidad real de un vacío concreto.

Los periscopios tienen una doble función, según como se los observe:

Desde el interior del museo difuminan (en una relación virtual impuesta) el límite entre el viento salado y nuestras manos, tal como un reality show determina nuestra cotidianeidad[2]: Verificamos la realidad siempre que se emita por la pantalla, tanto como podemos llegar a oler los pescados cerquita del espejo.
NO ES REAL esta percepción de las olas, los autos, la arena y las sombrillas, sino que llega a nuestros sentidos de una forma más verdadera que la realidad misma: la imposición de la figura virtual.

Desde el exterior, la desmitificación de tabernáculo cultural que padece el proyecto de este museo se enaltece con la presencia de la obra de arte re-presentada en tiempo real como parte esencial de su fachada. Emergen por encima de los ojos 9 pancartas que devuelven la producción al mundo cotidiano. Esta presencia se ve desde el Bv. Marítimo casi con el mismo detenimiento que se tiene en el interior del museo, entendiendo que los espectadores vigentes dedicamos tan solo un cachito de medio instante para la sensibilización ante la poesía.

Indiferencia de lo dinámico

El arte contemporáneo se apropia de la interrelación como un sentido dentro del sinsentido[3], desencadenando sistemas de conexiones que mueren y reviven constantemente. Como soporte, esta arquitectura pretender olvidar la catalogación entre movimiento y quietud para adentrarse en un soporte casi ilógico, inserto en una trama relacional que adopta al movimiento como único sustento. Al reconocer esto, es inútil darse cuenta de que estamos perdidos.
Todos aplaudan y cárguenme en los hombros de alguien.

La deducción nos hace reflexionar acerca de si es conveniente la presencia de vocablos como circulaciones, flujo, variaciones o dinámica, ya que hoy su obviedad es un absoluto que no requiere confirmación.

Y quizás reivindicar la estanqueidad en un edificio genere un despilfarro de sentimentalismo burdo ( la caja vuela insoportablemente sobre otras cajas, escapando de la cinta que la retuerce, que a su vez nace del arco de acceso contenido entre cañas de tacuara y un plano inclinado que contiene un espejo de agua con forma de modulor, etc.).

Y quizás el acomodarse a nuestro presente signifique diagramar un todo espacial donde transcurren escénicamente sucesos heterogéneos, disímiles pero conexos, en un aparente estado de inestabilidad.

Y quizás esta agonía constante que damos en llamar arte contemporáneo no sea otra cosa que la evidencia de nuestro tiempo, para lo cual hacemos una bandeja que refleja sus más elocuentes pretensiones.

Por lo demás, el museo no importa.

[1] Pantalla como terminal donde recibimos información vía internet, televisión, cine, radio, etc.
[2] El paradigma de los semidocumentos se verifica, archisimplificadamente, en esa suerte de hecho donde uno tiene dudas acerca de su veracidad. Es constante su utilización en programas de chimentos, ciclos de “infortaiment”, producciones basadas en historias reales, etc.
[3] A diferencia del arte moderno, donde las ideas progresistas subyacen en las diversas disciplinas, el arte contemporáneo presenta una heterogeneidad inconexa que escapa a cualquier intento de utopía sanadora. Su asimilación puede acercarse más a un hecho cotidiano de duración casi imperceptible, alejada de cualquier intento d sublimidad.
(marcos calvari, leandro zapata, leonardo jáuregui) paaar

7 comentarios:

  1. paaar, o se dedican a la teoria o empiecen a hablar menos, eso de los periscopios es bastante infantil, seamos sinceros no se la cree nadie. La arquitectura no se explica con palabras, "por lo demas el museo no importa", si eso es bastante evidente . intenen probar con un perfil mas bajo y de a poco empezar a hacer buena arquitectura, sino sigan dandole de comer ladrillos al sol y escriban poemas. saludos!!! muy bueno el blog.

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  2. sr. anonimo, creo que usted no entendio el mensaje. Este museo es un museo de protesta, de protesta contra lo que ellos dicen unas bases equivocadas que hay que poner en evidencia. Creo que es a proposito asi el museo, en joda, pero no en joda, de protesta. Asi elijo entenderlo yo, sino es inexplicable.
    Felicitaciones, de lo mejor que vi!!!!
    Leandro

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  3. y más allá de la reflexión teórica de la memoria descriptiva, la cual encuentro muy interesante por momentos, el proyecto me parece muy bueno.
    La idea de repetición, que contiene a la vez la multiplicidad de funciones del museo en una misma grilla es muy buena; y a la vez sugiere que se generen otros usos, aportando flexibilidad.
    Tal vez la resolución del edificio en la cara que da al río deje algo que desear; creo que falta algún elemento que de idea de escala, y el trabajo de piso creo que podría haber sido más rico.
    Aún así leo en el proyecto una intención de desmistificar la institución de museo, generando otras posibilidades de expresión artística. Y creo además que esto es claro en la arquitectura qeu se propone, más allá de la memoria descriptiva.
    Felicitaciones, ojalá se vieran más proyectos así. Yo tambien participé en este concurso y es muy gratificante ver otras propuestas tan reflexivas y diferentes.

    Damian

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  4. Valor mucho la actitud de mirar un poco lo nuestro (museo de antropología de Salta) y no tanto para afuera. Buen laburo!
    Atilio

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  5. hola, con lo "de mirar un poco lo nuestro" te referis a tu proyecto atilio? saludos!
    Ramiro

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  6. No, por supuesto que no. Hablo de nuestra arquitectura, está claro. A veces buscamos afuera lo que ya podemos encontrar en nuestra corta historia.

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  7. Ningún proyecto tuvo en cuenta al paisaje, verdadero protagonista ausente del concurso.
    Creo que nos falta autocrítica de la arquitectura como lenguaje artístico.
    Mar del Plata sigue insistiendo en la mediocridad.

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